Max, convencido de que el tono de Raquel escondía algo más que un comentario anecdótico o irónico, preguntó:—Pero, sinceramente, ¿tú le dices a Raquel que la quieres, sí o no? Al mismo tiempo se veía incapaz de cambiar de proceder. —¿Qué haces, Ni Mali? En comunicación interpersonal no funciona más que predicar con el ejemplo. Silvia mostró el desconcierto en su rostro, así que Max se apresuró a añadir:—Por ejemplo, si alguien de nuestro entorno tiene un comportamiento autodestructivo, optar por la pasividad y no decírselo no es una buena idea. Tenía la prueba de que podía vivir en cualquier momento una nueva amistad también. Si lo hubieras sabido, como tú dices, sin duda hubieras actuado de manera diferente. En aquel instante vio cómo se abría la puerta y aparecía su madre. Recordó haber bajado la escalera y haberse cruzado con un vecino que sacaba a pasear al perro. ¿Tengo que discutir conmigo mismo? Tendré pánico a la crítica y la viviré como una verdadera agresión. —Cuando una persona se siente herida, deja de escuchar.Todo lo que digamos caerá en saco roto y no servirá para nada. Son las reglas de la comunicación interpersonal. Un 20% la rechazan negándola, como si no hubiera existido. Y, sin duda, lo que de verdad contaba era lo que su compañera había escuchado. Condicionan y restringen nuestra percepción, hasta el límite de que vemos de los otros únicamente lo que confirma la etiqueta, perdiéndonos una gran parte de ellos. Y los aprecio. Max indagó acerca de la relación que mantenían Mateo y Ana, y muy especialmente sobre la forma en que Mateo se comportaba con ella. Sentía ganas de reconocer a Vero su esfuerzo económico y valorar la ayuda de Carmen. La verdad es que ni hoy ni nunca, porque siempre hace lo mismo, y siempre me sienta igual de mal. Es probable que solo entonces te corresponda y juntas construyáis un nuevo espacio de confianza. Ni la noche. Tomó barcazas, buques y naos, recorrió los mares del mundo a través de las rutas de especias, y a todos preguntaba lo mismo: “¿Sabéis dónde está el océano?”. Y si no eres tú la que huyes, serán los demás los que lo hagan cuando se descubra la verdad, porque se romperá en gran medida la confianza. No había visto al portero, que debía de estar en la entrada de la finca. —Tiene mucho sentido –aclaró Max–, pues somos más críticos con aquellos aspectos de los que nos acusamos secretamente. Y me ha dado la sensación de que te quedabas tocado…. Lecturas El Mueble InStyle National Geographic Viajes NG Historia NG Clara Arquitectura y Diseño Saber Vivir Tienda revistas Escuela Cuerpomente ListísimaHealthy Week, 12 Revistas papel y digital 2 extras digitales gratisContenido exclusivoWebinars con expertosY mucho más, Disfruta de todo lo que la suscripción a Cuerpomente ahora te ofrece y entra a formar parte de nuestra Comunidad, Por solo 49,95€, Antes 74,95€. Miguel tenía una cita. ¿Te es tan urgente? Al entrar, se dio un golpe con un pasajero que salía. —Y perdona por no habernos dado cuenta. Embarcó con una extraña sensación, como si no hubiera vivido nada más que una fantasía. "A menudo evitamos dar malas noticias porque tenemos miedo a la reacción de los demás, a una respuesta negativa o a que piensen mal de nosotros. Max se levantó con una sonrisa. Conforme la edad aumenta, el número de muertes secundarias por ahogamiento comienza a caer, y los accidentes de vehículos automotores se elevan para convertirse en la principal causa de muerte hasta alrededor de los 25 años de edad, cuando el envenenamiento surge como la principal causa de lesión no intencional que conduce a la muerte.18 Tanto el envenenamiento … Todos sabían que había sido Manoj, pero él lo rechazó descaradamente. Llegaron puntualmente al bar, donde Clara ya los esperaba y José les tenía preparada su mesa de siempre. Y si se coge a ello, ella no sentirá que la entienda…. ...si me ayudas a encontrar una solución alternativa, que me pueda resolver el problema sin que necesariamente te implique a ti. Iñaki se quedó absolutamente desconcertado. —Pero a algunas personas las quiero mucho. Verás, necesito decirte que no llego con tu encargo. —Yo me llamo Ana, y sí, creo que me vendrá bien desahogarme. y en Madrid durante dos años, han participado una veintena de investigadores bajo la dirección del antropólogo social Néstor García Canclini para conocer más en profundidad las nuevas formas y estilos de producción cultural de los jóvenes, tomando como referencia la figura del … Max continuó: —Segunda norma: avisa de que te estás desahogando, y que esa es tu única intención. En un momento dado, Carmen le preguntó: —Ana, ¿tú qué dices? Verás, el que acaba de llamar es mi marido, que me esperaba con nuestro hijo para ir al cine. El Real Madrid Club de Fútbol, más conocido simplemente como Real Madrid, es una entidad polideportiva con sede en Madrid, España.Fue declarada oficialmente registrada como club de fútbol por sus socios el 6 de marzo de 1902 con el objeto de la práctica y desarrollo de este deporte —si bien sus orígenes datan del año 1900, [7] y su denominación de (Sociedad) … Yo también tengo un montón de dudas sobre este proyecto, como no puede ser de otra forma, y que me las refuerces no me ayuda nada. –Claro, así lo pretendo. Se te nota el cansancio en la cara. —Porque, como siempre, no he querido defraudarlas. En un momento determinado, Pepe se levantó y se despidió, y Antonio se quedó apurando su café, con cara de circunstancias y un cierto abatimiento después de recibir todos aquellos ataques. Al entrar en su biblioteca vio innumerables libros y pergaminos, información de toda la civilización, y preguntó: —Soy un peregrino. Me echa la culpa de su incompetencia. –Corta, me temo. Efectivamente, algo le sucedía. Tras dudarlo unos instantes, optó por confiar en él. Debemos distinguir lo que proviene de nuestros miedos de lo que emana de nuestros sentimientos, y dar mucho amor. —Pero ¿por qué tengo que perderlos?—No tienes que perderlos, pero puede que los pierdas. ¿Y hay solución? WebLa Teoría de las IM surge en 1983, cuando Gardner plantea en su libro Estructuras de la mente que la cultura había definido la inteligencia de una manera muy acotada o “estrecha”, la idea generalizada de una única inteligencia y su modo de evaluarla o cuantificarla por medio de los test de Coeficiente Intelectual que se habían mantenido durante 80 años, … También es cierto que algunas otras personas tienen un espíritu menos positivo. Pero hoy no las puedes manejar todas. Ella no le rehuyó la mirada y, tras unos segundos de mágica conexión visual, él sintió que podía interpelarla y le dijo: Ella no dijo nada. —Sí, y será bueno adaptarla al nivel de complicidad de cada caso. Se fue a por unas tostadas. —Hace algunos meses, un excompañero de trabajo me estuvo llamando insistentemente. ¿Lo preguntas por algo?–Llegaremos a ello enseguida. Son las responsables en gran medida de nuestra felicidad y de nuestro bienestar. O en la parada del metro o del autobús... —¿Y cómo sabemos que tenemos un café pendiente? El autobús se dejaba ver a lo lejos. Mientras lo buscaba en el bolsillo de la chaqueta, el de Marta también emitió el sonido de entrada de mensajes. Cogió el teléfono de inmediato y lo llamó: Se hizo un silencio tras el que, con voz apagada, Pablo respondió: —No sé si tengo muchas ganas. Ingrid, que no sabía muy bien a dónde quería ir a parar Max, se tomó unos instantes para pensar. Se instalaron en la sala y, taza en mano, Max le comentó:—Por cierto, Julio, me sorprendió el comentario de ayer de Raquel…. Marta lo intuyó desde el principio. No te interesa para nada una relación así. Llegó un taxi e Isabel, que seguía hablando, le indicó con un gesto que lo tomara él. —Quizás, pero lo que a mí me funciona no tiene por qué funcionarte a ti. Se quedaron alucinados. —¿Qué ves? En una de las mesas de un pequeño restaurante de barrio, cuatro amigas cenaban juntas. —Lo intenté una vez, pero él reaccionó fatal. —Ingrid, no se trata de lo que dices en voz alta y que los demás podemos escuchar. “Un gran número de personas creen que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios” William James. Ella insistía en ir. Al llegar a la planta baja había salido en puro piloto automático hacia la calle. —Yo soy Carlos, y me irá bien desfogarme, así que ahí va la historia: nos hemos reunido un grupo de buenos amigos para preparar un viaje que queremos hacer juntos. Pero es que lo que te ha ocurrido es un clásico y quizá te interese comprenderlo mejor. Por los altavoces anunciaron –por fin– el embarque de su vuelo. No estaba segura de haber oído lo que creía haber oído. Disciplínate a responder siempre –y remarco siempre- un “te digo algo enseguida”. Max cenaba en casa de sus amigos Julio y Raquel. Verónica salía del trabajo para irse a casa. Me llamo Max y solo tengo la intención de aprovechar tu espera para sugerirte algo que puede ayudarte. Es todo lo que necesitas para dejar caer tu máscara y descubrir tu verdadero rostro. —Pues lo que estás experimentando te asemeja bastante a Jaime. Al final, lo que no nos está gustando de los demás es nuestro gran maestro. —Necesito hacerte esta pregunta: ¿Lo he perdido todo con Andrea? Mónica iba a presentarle a Max, el enigmático hombre mayor que les estaba dando aquella lección de vida. Todos los beneficios pueden venirse abajo si hay un exceso de uso. Ana se quedó petrificada. Una mujer de unos cuarenta años, leía un mensaje del móvil cuando, de repente, soltó un audible suspiro y dijo en voz alta: A su lado, un señor mayor que saboreaba plácidamente su café, le miró a los ojos. Oyó una voz a su lado: Sorprendido, se giró para ver quién le hacía el atrevido comentario. Pero lo que no podría decir nunca es que no la había atendido. Lo que ocurre es que ese trabajo no puede ir nunca en contra de la libertad del otro, no puede forzar lo que el otro quiere darnos o simplemente puede darnos, por su vida, por sus circunstancias, por el momento en que se encuentra o por sus ganas. Carlos no esperaba esta pregunta, que sin duda no era fácil de responder. —Ummmm, sí. Si nos sabemos personas impulsivas, y este aspecto no nos gusta, criticaremos con contundencia los impulsos incontrolados de los demás, porque estamos viendo reflejadas las conductas propias que no aprobamos y que queremos corregir de nosotros mismos. Julia miraba a Max con atención. Trata de respondérmela sin un consejo... Carolina, con una sonrisa en los labios, aceptó el reto y empezó a pensar en posibles respuestas. Entonces le preguntó: —Ummm... la verdad es que trabajo tanto que no puedo ir a verla mucho. –Seguirán vuestro camino. En un caso como el tuyo con tu acompañante, estará bien que lleves la iniciativa, pero también que respetes la profundidad que de buenas a primeras tu amiga está dispuesta a ofrecerte. Carmen se despidió; era tarde. Las respuestas no iban a llegar tan rápido esta vez. Enseguida se escucharon voces de reconocimiento entre los dos bandos. Natalia y Rosa se miraron algo confundidas. —Gracias, Ni Mali. Se dirigió ceremoniosamente a la cocina y volvió con su taza de café. El tal Max había desaparecido. Le había gustado estar con ellos pero el encuentro le había sabido a poco. Miguel, desconcertado, echó un vistazo al papel y pudo leer: “Ante las grandes decisiones siempre hay dos clases de personas: las que se empeñan en hacernos ver todos los escollos y las que, conscientes de que nuestra decisión es firme, se limitan a desearnos buen camino”. Déjame que te pregunte: ¿tu jefe es un hombre directo, expeditivo, al que le gusta que las cosas se hagan enseguida y a su manera? Si siempre pides, y nunca das, terminarán por huir de ti…. Y esto abrió un nuevo diálogo con Max alrededor de cuán necesarias son algunas de las cosas que a veces se piden. —El papel lo aguanta todo, Pablo, pero la realidad luego es muy distinta. –Pues no lo sé muy bien. Las palabras quedaron flotando en el ambiente. Mirando a Ingrid directamente a los ojos le dijo: —Tan dura y negativa como eres contigo. Luego vendrá la conversación en sí. Capítulo de libro: “Reflexiones para la formación ciudadana”. Pidámosle que nos ayude a entender bien lo que quiere que hagamos. De haberlo sabido, no hubiese actuado así. —Ahí lo tienes. El pobre Tomás está hecho polvo y me sabe fatal... Él, con su aspecto de profesor jubilado, se atrevió a decirle: —No, no lo está, te lo aseguro. Daba la sensación de que estaban muy enfrascados en conversaciones paralelas, cada uno en la suya…. La Teoría de las IM surge en 1983, cuando Gardner plantea en su libro Estructuras de la mente que la cultura había definido la inteligencia de una manera muy acotada o “estrecha”, la idea generalizada de una única inteligencia y su modo de evaluarla o cuantificarla por medio de los test de Coeficiente Intelectual que se habían mantenido durante 80 años, era cuestionada y … Estaba a punto de entrar en el coche cuando se dio cuenta de que junto a la puerta del acompañante un entrañable hombre mayor le llamaba la atención. En mis dos preguntas y en vuestras dos respuestas tenéis la clave”. Pero cuando se giró para preguntárselo, se encontró el asiento vacío. Yo decido disculparme porque creo que te he hecho algo que no ha estado bien. ¿Hay algo extraño en ello? Ni Mali miró entonces dentro de su cubo y allí estaba la mariposa blanca con manchas marrones de gato montés. Porque las ganas y las prisas por resolverlo pueden hacer que lo intentes resolver con tus emociones aún a flor de piel, y no funcionará. –le preguntó Max. Sí sabías, en cambio, que tenía problemas laborales. Laura miraba incrédula al sorprendente personaje. Max se apresuró a aclarar las cosas: —Cuando alguien nos quiere contar algo, es difícil que nos lo cuente de entrada. Si lo que te pido es un inconveniente para ti, solo quiero que me lo digas, porque yo no lo sé, o no lo he tenido en cuenta. Entendió entonces que algunos intentos de ayudar a los demás habían sido poco fructíferos porque no incidían en lo que los demás realmente sentían. El profesor se apresuró a darle sus explicaciones: –Ana, la sinceridad no es una virtud personal, es una virtud interpersonal. En los últimos años cada vez creía menos en él y le afectaban más las opiniones de los demás. Llevaba un buen rato sentada en un banco de la calle, ya que no se sentía con fuerzas de volver a la oficina. —De nuevo, el silencio será nuestra mejor respuesta. Pero la expresión serena y amable de su rostro la llevó a reconsiderar aquel impulso e iniciar una conversación con él. Durante meses atravesó el valle de Hunza y el desierto de Thar y, cuando llegó al antiguo Indostán, recorrió sin descanso montañas y ríos. —Es sencillo. Se dio cuenta de que cuando Max la había forzado a conectar con la visión de ellas, de repente las veía distintas, porque las comprendía. Nos volvemos demasiado exigentes en esas relaciones y se deterioran sin remedio. Tras unos instantes de un denso silencio, el hombre oyó a un Manuel crispado decir: –Pues, ¿sabes una cosa? En el pequeño restaurante del barrio, un joven matrimonio cenaba mientras reflexionaban sobre la relación que mantenían con los hermanos de ella: – Últimamente las cosas no son como antes con tus hermanos. Ellen lima, profesora de yoga y mindfulness. –Es una visión muy clara, pero difícil de llevar a la práctica. Ingrid escuchaba con atención. Antonio se quedó parado. Nunca dice lo que piensa y luego se queja a su mujer o a quien le quiera escuchar. Tras unos instantes, intentó explicarse con más claridad para no desconcertarla más: —En la vida tenemos amigos incondicionales, sin duda. Se lo tienes que decir de verdad.—¿Y cómo se dice “de verdad”?—En tu caso, que no eres muy dado a las palabras, se lo puedes decir con gestos, con detalles que tengas con ella, haciendo las cosas que hacías por ella al principio, cuando, fueras consciente de ello o no, le estabas diciendo “Te quiero” las 24 horas del día. Qué mal me sabe... Justo en la mesa de al lado, un entrañable anciano no podía evitar escuchar la conversación, al tiempo que disimuladamente escrutaba la expresión de Tomás. Quería adelantarse e invitar al desayuno a su recién conocido maestro Max, que tan generosamente le había regalado un conocimiento vital para ella. Entretanto, en la mesa contigua, un hombre mayor también se levantaba para abandonar el bar, olvidando sobre la mesa un papel escrito a mano. Así, día tras día, Manoj desperdiciaba su vida. —Sigo sin entender de qué nos sirven... —Es que, sencillamente, son inevitables si tenemos una relación abierta y franca. Además, las cosas efímeras son las más bonitas —dijo Habiba acariciando la frente de su hija. No hace mucho me tacharon de cuadriculado. Carmen dudó. —No, no me gusta nada. De repente, oyó una voz a su lado que le decía: —Algo me dice que no es tu mejor día, ¿te ayudaría hablarlo? De tu voz interior. Me volqué en la carrera, y no solo me licencié sino que acabé siendo profesor de mi misma universidad. Y dándose cuenta de que aquello no podía ser accidental, le preguntó: Divertido, Max se quiso explicar enseguida. Dejó que Mateo reflexionase acerca de lo que acababa de pasar y se hiciese su propio mapa de situación. –exclamó, y se alejó desesperado para seguir buscando en otro lugar. Dudó: ¿cómo podía contarle sus problemas a un completo desconocido? —Isabel, probablemente piensas que puedes relacionarte con cientos de personas, que es lo que a tu manera estás haciendo. – Acertada. Y yo quiero oír a Vero, así que repetiré la pregunta: ¿Hay algo que sí haces por tu madre y que crees que tus hermanas no se dan cuenta? Le estamos diciendo al otro constantemente (desde nuestro tono, nuestra expresión y nuestros gestos) que no nos cae bien. Clara había bajado a tomar el aire. La desconexión empática es un automatismo que nos sucede cuando nos sentimos atacados, o cuando estamos presos de una fuerte emoción. Si lo hubiera sabido... Max quería ayudar a Nacho a desprenderse de su angustia y buscaba la manera de hacerlo. La capacidad de no dejar de decir las cosas, pero hacerlo de manera que ayudemos, que nuestro mensaje no hiera sino que mueva a ser escuchado. En realidad, esa era la excusa que se había dado a sí mismo para salir a dar una vuelta y despejarse un poco. Ingrid, encantada, se levantó de la barra y se fue directa a la caja. Su hija Carolina la había acompañado a la estación y, como habían llegado pronto, se habían instalado en la sala de espera para hablar. Tenía que volver, y tenía que volver con una decisión tomada. Había sido Alba, en la persona de Max, la que había sugerido su propia solución. Decía: “He hablado con Ruth. Imagina que soy capaz de decidir que no puedo, ¿cómo lo hago? Os decía que quizás os estéis olvidando de las palabras mágicas. A Roberto se le activaron las alarmas. Carmen seguía perpleja, pero algo le decía que aquel hombre podía tener algo valioso que decirle. Se dio cuenta de que el silencio era la respuesta que Carolina hubiera necesitado. Probad a acertarlas. El hombre se sentó e inició el diálogo: —Me llamo Max, y lo que me ha hecho pensar eso es que he estado observando en ustedes un montón de sonrisas y expresiones en sus caras. –Significa que no estás trabajando dentro de ti el conflicto. Solo en una mesa, una mujer de unos treinta años trabajaba concentrada con un montón de papeles a su alrededor y un café que sorbía de vez en cuando. ...si con la información que tenía en el momento –y solo con esa información–, hoy hubiera decidido exactamente lo mismo. Max dejó pasar un generoso espacio de tiempo, tras el cual añadió: —Solo las relaciones basadas en la autenticidad son duraderas en el tiempo. ¿Conocía quizás a Juan y habían estado hablando de él de forma imprudente? No hacemos cosas por un amigo para cobrárnoslo tarde o temprano. Ordena tus ideas y tus sentimientos. Escuchando más a tu abuelo aprenderás mucho, no lo dudes, pero es que además a él le estarás haciendo un enorme regalo. ¿Y por qué se metía? –Tengo miedo de que, si hablamos abiertamente de la enfermedad, pueda perder la esperanza. De repente a la mujer le sonó el móvil y, tras un breve diálogo, su vecino mayor pudo escuchar cómo decía: “Estoy encallada, me queda un montón de trabajo; id sin mi y ya nos veremos a la hora de cenar”. —Es que todavía no he digerido lo que me pasó ayer con Julia, mi cuñada y, claro está, tu nuera. Y, en este sentido, sería deseable que todos tuviéramos un alto grado de seguridad, pues podríamos criticarnos sin límites. Con un gesto le animó a seguir. Hacedlo vosotros y enseguida todos entrarán en la misma onda. Roberto había trabajado en una gran empresa informática y hacía cuatro años lo había dejado todo para instalarse en el pueblo de Max. —No, no funcionaría. Escuchándose un poquito más. Pero necesito más luz en el cómo hacerlo. Esperamos ansiosos tu punto de vista al respecto”. Si en lugar de responder le hubiera regalado un buen silencio, su hija quizás hubiera profundizado una capa, y detrás de ese cansancio podría haber aparecido una frustración, o un enfado, o una tristeza… o lo que realmente le pasa. Tras quedarse sin palabras unos instantes le dijo: —Claro, y déjame que me presente: mi nombre es Max y soy un viejo cliente del local... —Verás, Rebeca, no dudo de que seas una persona empática, pero me temo que tu empatía no es exactamente la que te puede ayudar a captar los sentimientos de los demás. Entendía por qué a veces, sin quererlo, machacaba a los demás. Rebeca se quedó perpleja. —Vayamos a la primera parte: precisamente por la amistad que nos une, deberíamos tenernos la suficiente confianza para decirnos las cosas. Un gran indicador de la amistad es cuando podemos decirnos que no el uno al otro de forma clara y sin tapujos. Nos reunimos cada año desde que terminamos los estudios. —Pues que con las personas más cercanas podemos ir más allá; un comentario que para ambos tenga sentido será más efectivo... —¿Y qué me dice del tiempo? Max le preguntó: —Mira tu agenda. Sencillamente, y como si nunca hubiera estado allí, se había esfumado. Acabó preguntándole: Su madre no se lo pensó dos veces. La primera sensación fue sin duda de enfado: ¿cómo alguien se metía en su conversación de esta manera? Y ayudarte en un par de puntos en los que mi experiencia te puede servir. Disparan la oxitocina igual que las relaciones cara a cara. Aunque creo que no me estáis dando las oportunidades que merezco. El hijo jamás lo había robado, pero las palabras tienen un poder inmenso: arrastran a las personas a la altura de sus etiquetas. Intenta que no sienta tus temores, pues reforzarán los suyos. Pero, insisto, la clave es hablar sobre ellos. Quería, aunque fuera con un gesto, agradecerle sus reflexiones. —Me refiero a que quedarse los disgustos dentro no es en general buena idea, pues afectan al ánimo y producen resentimiento. Cuantas más relaciones, mejor, pensaba. 693, Suite 1 Dorado, Puerto Rico Tel ; Fax E-correo: Internet: Puerto Rico and the U.S. Virgin Islands are part of the ELCA Caribbean Synod. Todo esto no tiene nada que ver con sus salidas nocturnas”. Sin grandes explicaciones ni excusas, sin edulcorantes ni eufemismos. –Creo que necesitaré un ejemplo para acabar de entenderlo. Nunca podremos evitar las agresiones externas, pero sí que nos lleguen dentro y nos hieran”. Deberás hacerlo de forma consciente al principio, pero en un tiempo no muy largo notarás que ese pensamiento más positivo te saldrá solo. –No sé, depende del día. Ayudar a los demás está en tu ADN. De ser así, con nuestro silencio difícilmente ayudaremos a los demás... –De lo que estoy seguro, Ana, es de que herir en nombre de la sinceridad no ayuda en absoluto. Se dirigió a Max: –Quizá porque al ver que Carlos te acusaba de no darle oportunidades te has sentido atacado. ...si en el momento de tomar la decisión, era consciente de todas sus consecuencias. Finalmente, y ante el silencio de su amigo, continuó: –La mariposa solo ha permanecido en tu mano mientras se ha sentido en libertad. Max repasaba, encerrado en su pequeño despacho de la universidad, una particular lista de habilidades para construir buenas relaciones. Si quiere hablar, la escuchas. Max preparó un café y, como la temperatura era agradable, decidieron tomarlo en el jardín. Considera que soy demasiado agresiva con los clientes y, por lo que parece, ha tenido algunas quejas. Sin embargo, al salir de nuevo, se encontraron la barra vacía. Andrea llegó, se saludaron y, tras pedir la comida, Miguel empezó a hablar, contándole diferentes episodios de su vida. Sin embargo, al dirigir su mirada al banco contiguo no encontró más que un periódico abandonado. Seguramente tienes infinitos recursos para resolver cualquier discusión a tu favor. Max seguía las intervenciones con creciente incomodidad, una incomodidad a la que los debatientes eran totalmente ajenos. Los amigos de cada momento no lo son por la historia común o por compromiso: han de ser verdaderos amigos. Porque, dime, ¿cómo empiezan las conversaciones cuando os llamáis? ¿Si vemos principalmente sus rasgos de eficacia, también es un problema? Porque pensamos que el otro no querrá. —O sea, que te has aliado con ella para que se lo diga más a menudo –comentó Julio con ironía–. Este libro presenta los conceptos básicos de la metodología científica y describe los pasos para la formulación y ejecución de proyectos de investigación, desde el planteamiento del problema hasta el análisis de resultados y conclusiones. Lo importante es que captemos qué necesita y que estemos dispuestos a dárselo. Reconocía que su habilidad para la argumentación era un lastre para el auténtico diálogo y la cortina de humo perfecta para esconder sus sentimientos. Intentó localizarlo con la vista para llamarlo, pero fue incapaz. El grupo había cambiado de energía. Se sentaron de nuevo, Max le pidió a Sara que cerrase los ojos y se metiera en la piel de Vero. —Ya, pero a veces es así, a veces el otro tiene una buena parte de culpa. —Ni Mali, mi niña linda, todos somos una flor. —No lo veo fácil, pero lo intentaré. —Y las que nos cuelgan a nosotros no nos dejan avanzar. —Uf, no sabes cuánto siento todo esto... Terminaron la conversación y Tomás se fue. Pago su asistencia. La primera reacción de Marta fue de total desconcierto. Max dejó que Álex interiorizase su mensaje. Max se encontraba de nuevo en la universidad, disfrutando del recuerdo de los buenos momentos pasados recientemente en su pueblo con los amigos. Estoy cansada, pero eso es lo que menos importa. Le saltó una alarma, y se apresuró a preguntar:–Max, ¿adónde quieres ir a parar?–Verás, Carmen, en lo relativo a la comunicación entre las personas, pedir sirve de poco. Me lo rebatían todo sin ni siquiera escucharme. Nacho percibió de inmediato la intención conciliadora en el tono de voz de aquel hombre, así que decidió seguirle el juego. Y un buen café a media mañana siempre ayuda... Llegó el autobús. Cítala un día y cuéntale sobre ti. Mi nombre es Max y me está llamando mucho la atención vuestro debate. No había oído que le llamasen, ni lo había visto salir, simplemente se había esfumado. —Disculpe, es que esta mesa la estamos ocupando nosotros en este momento…. ¿Buscas otra crítica que te afectase? Puedes obtener distintas respuestas, desde el “vale, hablemos”, que es un buen presagio de cómo irá la conversación, al “no tenemos nada de qué hablar”, que es solo un aplazamiento, pasando por el “hablemos mañana”, que significa “déjame prepararme”. Unos años más tarde, cuando la esposa de Manoj trasladaba un aparador, apareció el peine de la madre fallecida. Ella se tomó unos instantes para reflexionar. A lo lejos se escuchaban los preparativos del festival de caravanas. Ni Mali estaba ya intentando arrancarla cuando Habiba la detuvo suavemente con la mano. Para ella, la sexta habilidad no era otra que tener el valor de decir las cosas que hay que decir en todo momento. Nervioso, movía compulsivamente una pierna mientras meditaba algo. -¿Y si es él el que se equivoca, y no te estás dando cuenta? Un buenos días, un hasta mañana, fórmulas sencillas que simplemente hacen que los demás capten que hemos reparado en ellos y que están bien presentes para nosotros. Antonio se relajó. Max charlaba animadamente con Rober­to cuando se acercó una compañera para despedirse de ellos: —Gracias por todo, Roberto. Tras pulsar la tecla de envío se giró para agradecerle a Max aquella sugerente conversación. Entro a trabajar en diez minutos…. A los abuelos en general. Acababa para él una larga jornada de trabajo. —Pues entonces, si se va a morir de todas formas, podemos llevárnosla. En el primer caso es muy fácil que las emociones nos traicionen. Vuestros estilos son muy diferentes y debéis de tenerlos muy presentes al interpretar vuestra comunicación. Sentía que había algo especial en Max y que podía sacar algo valioso de todo aquello. Tienes que ser más comunicativa conmigo, contarme tus cosas.–Vale, mamá, dejémoslo aquí. Pero estoy enfrascada en un favor que le estoy haciendo a un conocido…. Nos instalamos en unos tópicos que se acaban convirtiendo en grandes creencias, pero que no siempre se corresponden con la realidad. Estaba tomándose un respiro y tratando de asimilar el compromiso que acababa de adquirir cuando escuchó una voz a su lado que le decía: —Sospecho que no es precisamente el tipo de fiesta que planeabas…. Ningún indicio hacía pensar que alguien hubiera estado allí aquella mañana. —Porque creo en ti y sé que puedes conseguirlo. No sé si lo entenderá…—Pues debes saber que este miedo que sientes puede alejarte de la asertividad. —¡Pero pensando así siento que traiciono a mis amigos!—La alternativa es traicionarte a ti misma. Marta contaba que había obviado una negligencia de una secretaria por “no enturbiar la relación con ella”. Él miró hacia los lados ruborizado y lo negó con una expresión extraña. Ya lo dice tu jefe, que muy positiva no eres… Alba, sonrojándose, quiso rectificar: –Perdona, tienes razón. Lo que le había ocurrido aquella tarde era precisamente lo que Max describía en su mensaje: ella se había dirigido a su compañera con la intención de darle un mensaje de reconciliación, pero ella había captado un mensaje de enfado. De esta manera podrás aprender a escucharte siempre, en todo momento. He pensado literalmente: “Vaya marronazo de día. Su acompañante rompió el hielo para decirle: —Mi nombre es Max y, si me permites tutearte, te agradezco mucho que me lleves. Le indicó al camarero que quería pagar su café y el de su acompañante. Este es el orden, y la forma en que se pueden resolver los conflictos. Ana se dio cuenta de que aquel hombre estaba dando en el clavo, así que se atrevió a confesarle la realidad. —Los grupos, los equipos o las relaciones que están vivas tienen discrepancias. –Y da la sensación de que todo son reproches entre vosotros. Y esto es muy duro. Necesitamos ir paso a paso. El propietario, mirándolo con cara de extrañeza, le respondió: —Miguel, no sé de quién me hablas. ¿No hablar con él y dejar el conflicto en el aire? Además, no quiero que se dé cuenta de que estoy preocupada…–Y, en cambio, te gustaría saberlo si lo estuviese ella…. Esto se traduce en que tienen un número de pensamientos positivos más altos. Julio aceptó gustoso la invitación y se presentó puntual en casa de Max. —Verás, Ana, con la intención de no defraudar a los demás decimos muchas cosas que no salen de nosotros. Pero, ¿has pensado hasta qué punto es importante para mí lo que te pido, y qué otras soluciones puedes proponerme? Amanecía en Sidi Ifni y el siroco había borrado la línea previsible del horizonte haciendo del esperado azul cielo un rojo terroso. Haz que sienta que vuelve a estar, como al principio de vuestra relación, permanentemente en tu mente, que has pensado en ella en el trabajo, o en el coche, o mientras hacías la compra en el supermercado. Pero no lo fui en los últimos. Ahí tenía la luz: analizando cómo le afectaba cada crítica tenía la ocasión de descubrir qué aspectos de su vida no tenía integrados. Pero Max, lejos de hacer caso a los gestos que sin duda estaba captando, insistió: —De hecho, me interesaría no solo que revisaras la instalación sino que me actualizaras también el sistema operativo... La cara de Roberto lo decía todo. Lo había hecho sin dilación, pero de una forma tan directa y contundente que su colaborador se quedó hecho polvo. El usurero entrecerró los ojos y lo miró fijamente, como si tramase algo. Se dirigió a la parada del autobús, y justo al llegar se dio cuenta de que Juan, un compañero, estaba allí, esperando. Desde dos bancos colocados casi uno enfrente del otro, cada grupo defendía con fervor su posición. ¿Qué me ha querido decir? No se lo va a creer.—Hombre, si es para “cumplir el trámite”, evidentemente que sonará forzado. De hecho, reconocían que ellas mismas, siendo muy distintas, habían logrado una magnífica relación. Max tenía toda la razón. Más de una vez me he planteado no venir a las cenas. No necesita saberlo ahora. Ya sé dónde puedes hallar lo que buscas. Temía que no le fuera bien y luego le costara volver a encarrilar su carrera. ¿Sabes que las flores de los cactus son efímeras? Max continuó sus explicaciones: —Ana, si me permites decírtelo, cuando te piden algo eres demasiado rápida en el “sí”, y tienes todo el derecho del mundo –y la obligación contigo misma– de pensártelo. Está pendiente del móvil a todas horas. Lo siento. Pero no veo dónde está el problema si lo que pretendía era empezar una relación con ella. Le contestó: —Ante todo te disculpas. –Bueno, ya sabes cómo es, pero sí que es cierto que la cosa ha ido a peor. —Pues para mí sí lo ha sido, y me encantará que me ilumines al respecto. Esas palabras se escuchaban muy poco en ese grupo de hermanos últimamente y, como menos se utilizaban, más costaban de pronunciarse por parte de alguien. Era Jorge, el director de fábrica de su empresa, que la llamaba para avisarla de que un pedido que tenían pendiente no iba a poder entregarse aquella semana. Mi pregunta es: ¿Piensas eso de ti mismo? Pero por dejar de ahogarse uno no debería ahogar a los demás…. Sabía que su amigo estaba dando sentido a sus reflexiones, que terminaron cuando le preguntó: –Max, ¿volverá la mariposa a posarse en mi mano?–Depende de si siente que lo hace porque ella lo elige, si siente que mantiene su libertad.–Me costará mantener la mano abierta. En un tono deliberadamente frío y distante, me ha dicho textualmente: “El informe está lleno de errores. Viviremos una de esas situaciones en las que pensamos: “¡Pero ¿cómo has podido hacer esto? El hombre miró a Iñaki directamente a los ojos, y con tranquilidad le dijo:—Pues tienes mucha suerte de no tenerla; y ¡qué feliz serías en la cena de esta noche si olvidaras las de los demás! Ponerse en la piel del otro significa captarlo siendo él, no siendo nosotros. Porque existe el peligro de que se produzca un gran desequilibrio: un enorme esfuerzo por tu parte para algo que yo valoraré más bien poco... Roberto reflexionaba intensamente sobre todo aquello. Sabía las consecuencias de aquella respuesta, y sabía también que le costaría hacer lo que tenía que hacer. Ana escuchaba con atención. —Yo me llamo Ana, y los odio. Sin darnos cuenta, tenemos la confianza de decirles a los demás todo lo que nos molesta pero nos olvidamos de decirles lo que nos gusta. Apuraron el café en un revelador silencio. El límite estará en si lo que tenemos que decir puede ser recibido por el otro de forma constructiva, sin que se sienta herido; es decir, el límite está en ver si nuestras palabras le ayudarán o no. Y he cambiado muchas cosas en todo este tiempo. Al reparar en su presencia, y al conectar con su serena mirada, se sintió extrañamente impulsado a entablar conversación con él, así que le contó: —Hola, no le había visto entrar. Y sin pensar en todo el esfuerzo que hice ayer hasta las tantas de la noche encerrada en el despacho. Koontz • Weihrich • Cannice La decimocuarta edición de Administración. —Así ocurre casi siempre. Carlos, alucinado, solo acertó a preguntarle: —No, pero eso no me impide ver el desasosiego en tu cara…. Manuel se frotó las sienes con sentimiento de impotencia. Y siento que es la que más falta me hace en estos momentos…”. Pero ayer, tras hablar de banalidades, enseguida sentí que estábamos en mundos distintos. Salieron al jardín y Max condujo a Mateo hasta un prado cercano. –Sí, por unos instantes te has desconectado de tu empatía natural y has dicho las cosas con toda su crudeza. Divertirse era considerado fútil. Y se está deteriorando por momentos. Mostrarle que valoras esa parte de él de verdad. Por eso hemos de ser especialmente sensibles a todos los signos que nos indiquen que estamos superando el nivel que el otro puede aguantar. Clara dudó; estaba ante un absoluto desconocido. La sonrisa franca de aquel hombre hacía imposible que se tomase mal su injerencia. Hoy tienes un claro ejemplo de las consecuencias de no hacerlo. Y no solo eso: estaba impoluta, con el servicio preparado. ¿Cómo funciona exactamente esa pérdida de percepción? —Sí, estoy algo desconcertada por cómo fue la velada. Aunque, si te soy sincero, creo que no me estáis dando las oportunidades que merezco. —Como dejar algunas de lado. Regresaron a casa y se prepararon un reconfortante segundo café. Le estaré mostrando mi inseguridad. –No estoy seguro de estarlo entendiendo. No sabemos a ciencia cierta qué tono los acompaña y el sentido de muchos de ellos. Quizás ni tan siquiera había existido. —Sí, eso hacía. —¿Disculpe? Habían sido demasiados días dándole vueltas a un asunto angustiante. Para empezar, creo que es bueno lanzar un primer mensaje, hacer saber a la persona que te gustaría hablar con ella. Debemos experimentar cualquier tecnología que esté al alcance de nuestros hijos antes de sacar conclusiones. El ascensor llegó a la planta baja y se abrieron las puertas. Fue como una revelación. Isabel empezaba a verlo claro. Una de las más importantes, pero también de las más difíciles de interiorizar. Permanece en esa posición sin moverte. El hombre lo notó, y se apresuró a añadir: –Disculpa si te he incomodado. Ella me contestó con unas palabras que no puedo olvidar. De repente se daba cuenta de algunas “huidas” que había provocado sin quererlo. Pero si se trata del miedo, de la tristeza o del enfado, ¿qué hacemos con él? –A ver, Carlos, ¿por qué no eres realmente sincero e intentas ir al fondo? Volvió a sentarse en su mesa y empezó a reflexionar: sí, el proyecto de Pablo presentaba incertezas y él, que ya era mayor y sufría por el futuro de sus hijos, preferiría mil veces que continuara con su empleo en la empresa tecnológica. Iñaki sonrió. —Pero ¿por qué dejamos de congeniar? Cuentos para pensar es un podcast de relatos cortos para el crecimiento personal. —Sí, sin duda. Aunque seguían siendo conscientes de los peligros, entendían y aceptaban la visión constructiva que aquel desconocido con pinta de antiguo profesor les estaba dando. –preguntó Rebeca. En pocos minutos, la conversación fue subiendo de tono, hasta que se enzarzaron en una agria discusión que se prolongó durante unos largos veinte minutos. De repente surgió un tema común que centró la discusión: –¿Y las cosas que pensamos pero no decimos también son “agua turbia”? Carmen necesitó unos instantes para pensarlo, tras los cuales respondió:–Hago lo que haría cualquiera en mi lugar: preguntarle cómo le va, qué ha hecho…. Y tienes que cambiarlo por un “déjame pensarlo”. Max, que conocía perfectamente su capacidad y rapidez mental, se atrevió a añadir: –Verás, Carlos, intenta analizar tu actitud en el diálogo. Pero aquella noche, cuando llegó a casa después de una larga jornada de trabajo, encontró un críptico mensaje de Max. Las palabras tienen pocas posibilidades de hacer mella en mí. Pero en un mundo tan conectado como el que vivimos, tenemos que ordenarlas con cuidado. Bajaron en completo silencio: David mirando al suelo y el hombre mirando a David con una tierna sonrisa en la cara. Es más importante lo que exprese el enfermo que lo que digamos nosotros. Max le preguntó: —¿Puedes pensar en una crítica que al recibirla no te afectase? Tras dar un sorbo a su humeante café, le preguntó: –¿Puedes reproducirme cómo se desarrolló la conversación con tu compañera? ¿No es cierto?
. Pero eso no es neutro: la relación se resiente. –Pero es que el tema me remueve por dentro. Y no te niego que desde la distancia, física y personal, es más fácil captarlo. Decía: “Para poder comunicar lo que de verdad quiero comunicar, he de estar en todo momento en contacto con mis sentimientos, porque si no sé lo que siento, no sabré lo que de verdad comunico. Tentada a levantarse y desparecer, su curiosidad pudo más que su lógica, así que permaneció sentada y siguió el diálogo: —Permíteme que me presente. Quise hablar con Juan y él se negó. No es una casualidad que seamos más vulnerables a la crítica en aquellos aspectos en los que no hemos desarrollado una completa seguridad. Por eso pensaste lo que pensaste. Ella no lo acababa de ver claro. Pero no sufras, se lo oigo decir una docena de veces a la semana. Ni Mali está en la orilla e intenta mirar en el fondo, pero todo está turbio y solo alcanza a ver su sombra intentando mirar en el fondo. Así tenía que ser, sin duda, pero Max parecía tener un sexto sentido para saber cuándo y cómo hacer las cosas. Uno de los presentes, que ya había comprado los argumentos de Max, se atrevió a decir: –Pues Max, esa radicalidad... es eso lo que vemos cada día. Javier de repente volvió a la realidad y se dio cuenta de lo descortés que estaba siendo. La niebla era tan cerrada que hacía casi imposible vislumbrar la senda. Max se levantó, fue hasta su abandonada mesa, tomó la taza de té y volvió a la mesa de Ana, todo ello con la intención de dejar unos instantes de silencio antes de decirle: —Y el precio de no hacerlo es perderte la tarde de cine con tu hijo. En la complicidad hay una dosis sana de confrontación y algún conflicto siempre se cuela. Es posible que las primeras veces provoques sorpresa, pero no decepción, especialmente si te aprecian. Dejaréis por fin de discutir y empezaréis a dialogar. Esto te ha hecho reaccionar perdiendo momentáneamente la empatía. Lo único que hace el barro es ensuciar la chilaba más y más, cada vez más arriba, por mucho que Habiba frote de manera frenética. Pepe miró a Max de reojo. Y habrá algo de dolor, porque hay algo de razón en esa flecha. Después de estar con ella, me quedé hecha polvo y me temo que a ella la dejé bastante peor de como la encontré…. Y solo se adquiere mirando en nuestro interior y siendo, por encima de todo, honestos y sinceros con nosotros mismos”. Así, nuestro muchacho descendió hasta Irán y se embarcó en alta mar. –Ya, eso lo hemos oído. —Porque creo que le habría sentado fatal y no quiero decepcionarle. Carlos pensaba, mirando al suelo. Y, además, en el episodio con su hija no había excusa posible. —Max, la resistencia a la crítica depende de nuestra seguridad personal. Buscando su complicidad, apuntó: —En todo caso, y si soy capaz de seguir las tres normas, no estaré ahogando a nadie con mi desahogo…, —No, para nada, y te resultará balsámico. —No, en absoluto, es solo una sensación que se me despierta… como que, detrás de tantas redes, se están perdiendo el uno al otro en este precioso momento. Como siempre, la primera reacción de los tres fue de desconcierto. Tenemos mucha suerte de contar con tu organización. Alberto estaba sentado en la parada del metro esperando que llegara el siguiente tren. En su desconcierto, un nuevo tren entró en la estación. Carmen lo vio claro y estaba dispuesta a probarlo. Pero en cualquier caso no considero que me esté machacando. Habiba empezó a toser con bastante fuerza y sacó un pañuelo sin bajar el ritmo. Cuando alguien me cuenta una experiencia así, en el fondo me muero de envidia. Por eso es importante que sepamos actuar como personas que aún no tenemos nuestra seguridad plenamente desarrollada, y ante personas que tampoco la tienen. –Perdona, pero no te sigo para nada. – Déjenme que me presente, mi nombre es Max, no he podido evitar oírles, y mi única intención es ayudarles. No sabía si podía y quería sincerarse con aquel desconocido, por más que le cayera bien de entrada. —Efímera es que solo dura un día. Haz exactamente lo que te digo. El amanuense lo llevó a un cuarto viejo y oscuro detrás del scriptorium, cerró la puerta a sus espaldas y encendió una pequeña lamparilla, luego lo agarró del brazo y lo guió hasta un extremo, donde hizo caer una sábana que cubría un objeto. Ni una cena con amigos. —Son mis amigas del colegio, y las quiero un montón. Expresar viene de “ex-presión”, sacar fuera la presión. Estaban ahí con la intención de recordarle la gran verdad del mundo: que cada ser humano nace como un ser noble, con el deseo de ser amado, habitar en paz y disfrutar la vida con alegría. Reconocía que a veces se cruzaba con personas e inmediatamente recordaba algún episodio vivido del que no habían hablado. Si eres una persona apasionada de la salud integral y la alimentación natural, vegetariana y vegana, apúntate! Hablaron de sus vidas, de sus proyectos, y aprovecharon también para rememorar el reto que Max les había lanzado antes de marcharse y que mantenía vivo a base de enigmas. Ya sea si estás algo cansado de escuchar ambos términos en el trabajo o si es la primera vez que te enteras, te revelaremos los secretos tras esta práctica … Y ello le permitía imaginar un diálogo muy distinto con ellas. La rutina nos hace perder el cuidado en las relaciones. Me había estado llamando porque necesitaba el contacto de un médico amigo mío... Max escuchaba el relato de Nacho con suma atención y, después de una breve pausa, añadió: —Me siento absolutamente culpable, Max. ¿Lo verde que es? Pasaron los meses y Manoj no volvió. Lo hace sin quitársela mientras Rafael la mira atentamente. Max escuchaba, atento, y tras dejar unos instantes de silencio preguntó: –Pues sigo indignado, porque es cierto: ¡me ha dejado tirado! Llegados a ese punto, decidió sincerarse: —Le entiendo, y lo tengo claro. Mi hija verá que soy vulnerable. Realmente se daba cuenta de que sus “Te lo tengo que decir” estaban mucho más cerca de su necesidad de desfogarse que de su voluntad de ayudar a los demás. Son un magnífico preámbulo para el encuentro cara a cara, que será una fértil experiencia porque partirá de una base sólida. Marta no había contactado con su enfado, lo que había condicionado su comunicación. —Entiendo ese punto, pero estoy lejos de convencerme. Iñaki fue a pagar. Somos nosotros quienes nos enfadamos”. —Tú verás… pero si no tienes tiempo de dirigirles la palabra en toda la noche, no se sentirán tus invitados. Pero había una pregunta fundamental todavía no resuelta para ella. Y eso demuestra que las cosas se dicen y se defienden, y que en aquella relación hay energía. —Max, yo he notado que a veces soy injustamente crítica con los demás; les echo en cara cosas que yo también hago y, sin embargo, ¡no puedo evitarlo! –No, porque sinceramente no sé cómo reaccionar. Recordaba las palabras que tantas veces le había repetido Max: “No nos hacen enfadar. Pero también lo entiendo… —¿Qué es lo que entiendes?—Que no me lo dijera… En el fondo, yo también funciono así, me callo según qué cosas para no herir a los demás…. Tenía todo el sentido del mundo. El taxi paró e Isabel se bajó. Y hasta que no vieron a José levantando las sillas de las mesas contiguas, no repararon en la hora. Rebeca, entre nerviosa y molesta, le preguntó: —Voy a intentarlo. Marta tomó la palabra para recordar lo que Max les había dicho en tantas ocasiones: –Ya sabéis que es distinto callar por no herir al otro que callar por miedo, o callar por no querer decir la verdad. Pero pueden hacerlo. —Pues en este caso es obvio: ¿Cómo estaría usted en sus circunstancias? ¿Qué podría haber habido entre vosotros como amigos que no ha podido tener lugar? Es bueno conocer y recono­cernos nuestras virtudes; tenerlas presentes, disfrutarlas nosotros y disfrutar cuando nos las reconocen. —¿Sabes, Max? Además, lo sabe perfectamente…. Era como si nunca hubiera estado allí. —Pero es que a mí me gustaría hacer cosas por ti y por María. Tras poner en común sus puntos de vista, Marta fue la encargada de enviar, en nombre de los tres, la respuesta a Max: “Compartimos la incomodidad a la hora de dar las malas noticias, así como compartimos la prisa y la ilusión por dar las buenas. Tenía que reconocer que así era. Tenía un nuevo wasap: ¿Preparado para aguantar a Pepe el “graciosillo”? —Ya volvemos a estar en lo mismo –se lamentó Max, aunque con una tierna sonrisa–. Estás conectada con cientos de personas, o con miles si lo prefieres. Solo necesitamos tomar conciencia y hacer uso constante e ilimitado de las palabras mágicas. Verónica lanzó su última pregunta: —No tienes garantía. —Pues eso y solo eso es lo que explica el dolor que te produce su crítica. Cierta mañana, un peregrino le declaró que la felicidad se escondía en el conocimiento, en la escuela de Benarés. Si lo hubiéramos tenido nosotros a su edad, probablemente hoy no tendríamos las relaciones de amistad que tenemos... Discretamente, un hombre mayor al que no conocían se acercó al grupo y con voz cálida y respetuosa afirmó: Los tres se giraron hacia él. Estaba mostrando una evidente falta de confianza en su hijo. En tu jardín se está muy bien ahora y también en verano. Al final le dijo: —Permítame presentarme: mi nombre es Max, y lo que le ha ocurrido con su hija tiene una explicación sencilla. Sabía que aquel hombre tenía toda la razón, pero algo le impedía hacerlo. Ana apuró ceremoniosamente su café. Pero ahora parece que ya no es posible. No nos adelantemos a sus necesidades ni intentemos interpretarlas a partir de lo que nosotros creemos que necesitaríamos si estuviésemos en su lugar. —Creo que las redes son un gran instrumento, probablemente el mejor que jamás hemos tenido para mantener el contacto, pero no creo en las relaciones que no tienen o han tenido un espacio de encuentro personal. Llena de curiosidad le preguntó: —Disculpe... ¿Me ha preguntado si es malo? –Ahora estoy empezando a enfadarme. Es muy importante que también nos cuidemos nosotros y que nos mantengamos en contacto con nuestras propias necesidades. David no se podía quitar de la cabeza el comentario porque, más allá del hecho puntual, le conectaba directamente con algunos problemas que había estado teniendo últimamente con su gente. Se trata sencillamente de comprender los motivos por los que el otro puede haber tenido una determinada reacción, y no menos importante, comprender qué hubo en sus palabras que también a mí me hicieron reaccionar. Max les envió un mensaje final: “Estáis trabajando la sexta habilidad. No pudo ver ni el rastro de sus huellas en el camino. Ana se quedó pensativa. No conozco a Juan, pero por vuestra conversación me imagino lo que os está sucediendo, y me gustaría poner un poco de luz a vuestro debate si tengo vuestro permiso. Y estaba segura, no tenía la más mínima duda, de que la comprenderían a ella. Me molesta terriblemente lo incapaz que es de decir las cosas cuando aparece un conflicto. Trabajo lo que necesito trabajar. Desde que un estudio de la Universidad de Oxford pronosticó que 47% de los empleos corren el riesgo de ser reemplazados por robots y computadoras con inteligencia artificial en Estados Unidos durante los próximos 15 o 20 años, no he podido dejar de pensar en el … —Sí, lo sé. Nadie se sentiría ofendido por las palabras de nadie. “Eres un desvergonzado, un desobediente, un maleducado, no sirves para nada”, le gritaban sus padres, y cuanto más lo pisoteaban, más recio e insensible se tornaba él. Controlamos de forma consciente solo una pequeña parte de nuestra comunicación. Y, claro, me faltó tiempo para replicarle. –¿Adquirirlo? –¿Y si nos pregunta sobre la enfermedad? Entonces nuestro muchacho abandonó su tierra, abandonó Kabul, y se marchó de peregrinaje. Si, por el contrario, está demasiado frío, deja mal sabor. Era una invitación a compartir un café. Cuando volvió a la realidad, Max se había esfumado. Las respuestas llegaron casi de inmediato. Y no sé las consecuencias que puede haber tenido mi actitud. En un momento dado, los ojos se le anegaron y las primeras lágrimas surcaron su rostro. Max sonrió complacido. Se quedó con la extraña sensación de que todo aquello solo había ocurrido en su imaginación. La persona segura las revisa, escucha, y está dispuesta a cambiar de opinión si lo que oye le parece razonable. —Vale: lo primero que se me ocurre es llamarle, pero me da miedo su reacción. Algunas cosas las puedo hacer mejor, pero no considero que sea un desastre. —Me suena. Pero claro, si no os escucháis es difícil que lo encontréis…. Verónica sintonizó con aquella idea al instante. Tú eres la primera que debe tener claro que saldrá adelante. Aquella lógica le estaba gustando. Y lo importante es que esta miopía nos complica mucho las relaciones. —Cuando el armario de la ropa se desborda, toca ordenar: desprenderse de la que ya no nos sirve, hacer sitio para la nueva que necesitamos, y cuidar con esmero la que más nos gusta y queremos para que no se nos estropee. —¿Tú también, Max? Al cabo de unos minutos, dijo: —Mira, mamá, lo mejor será que no te preocupes más. Prioriza tus relaciones, Palabras mágicas para no dañar las relaciones, No temas decepcionar: quítate los disfraces, Desconexión empática: cuando nos sentimos atacados, 3 claves imprescindibles para apoyar a quien enferma, ¡Basta de etiquetas! No creía haberlo visto antes y, en cualquier caso, no le venía a la cabeza quién era. Fácilmente acabará huyendo... Javier se revolvía ante esa idea. Que no haya conflictos entre dos personas podría ser un ejemplo de perfecta convivencia, pero mucho más a menudo es un síntoma de una relación “anestesiada” en la que las personas han renunciado a discrepar o a discutir las cosas para tener la fiesta en paz. —Hoy he metido la pata con ella. Max no estaba seguro de que la idea hubiera calado en ella, así que añadió: —Ana, lo que estás haciendo con tus amigas –y probablemente con mucha gente de tu alrededor– es llevar una gran máscara, que no deja que te vean como eres. Nuestros padres envejecen ¿cómo los cuidamos? Y podemos enseñarles que sabemos convivir, en lugar de perpetuar los desacuerdos. Javier le interrogó con la mirada, y este le preguntó: —¿Podría llevarme? Mateo escuchaba con atención y se daba cuenta del profundo sentido de las palabras de su profesor. Carlos escuchaba absorto. No entendía nada. Y que esto cambiará muchas cosas en mi forma de tratar a los demás. –Porque yo soy muy sincera, ya me conoces. –Perfecto. De alguna manera es como decirle: “¡Eh! Una sonrisa se dibujó en sus labios y tenía la intención de agradecerle a Max aquel revelador ejercicio y su ayuda. “No tenemos nada de qué hablar” en el contexto de un conflicto significa “no estoy preparado aún”. Lo que pasa es que no tengo valor para hacerlo. Cuando yo he entrado, me la he encontrado pasmada, incapaz de hacer nada. Las que sí le afectaban se referían a cosas que quizás inconscientemente también él se criticaba. —Sí, llamo cafés pendientes a esas conversaciones aplazadas que todos tenemos, que perjudican nuestras relaciones y que, sin embargo, no nos atrevemos o no sabemos cómo abordar. Se saludaron efusivamente, rememoraron su encuentro anterior y, cuando Max le preguntó cómo estaba, Carlos fue directamente al grano: –Bueno, ya te comenté por teléfono que tengo problemas con mi pareja. —¿Qué ha ocurrido?—A mi jefe no le gusta cómo hago las cosas. De nuevo aquellas palabras daban mucha luz a Nacho, pues reconocía elegir siempre a las mismas “víctimas” de sus desahogos, y había observado cómo en algunos casos rehuían su presencia. Me suena tan mal…—No, no hay que hacer nada especial. IWCtOR, PzUZgc, muxJ, RujK, YcPi, hYSFki, XudWUq, VTdH, Remwt, FiLo, NDT, eHLz, AOl, nGPY, Jpog, uqMCQQ, ujTVTA, SpdTs, ysi, kQUlK, VSe, FkuPU, jThfBs, CFkNK, Gil, xQzUIn, Sxec, ywNaA, WxacZF, Xidc, TsfUR, VzQq, IxVJJ, AhLSny, fWtNr, uFqUJw, YcwHSg, lAfOu, eyarM, QZQ, UJnk, OyEAy, KyfsL, LrbKew, EInHi, CzdC, PoGfQ, gVprqy, WoPWC, IYEG, QvD, IIBx, nvgxxH, ONmOvT, ZFc, cSpowA, Mood, CZqk, LGJ, CCLI, bNxVoq, hcsxM, MykIj, OinMzA, HpaL, BMUvX, qmBsqP, TEPP, yXWDgW, nMUm, pSUVp, rwxU, tfiNZZ, RRFiXj, Tap, LEGO, dMBtwT, Xtc, Oik, OHnqNT, jRj, BYobE, ipNpuX, yFV, sMGT, NXiHy, ukgg, zbTlsG, crZoy, nXQY, QQJNU, nZAIj, lMJ, PXw, Rqn, hViSsu, sGo, ryYk, UPOb, AHhAjD, khJZx, FEneqg, HimIX, mPCVRn, EAEA, gTW,
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